Juanelo

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miércoles, noviembre 08, 2006

se k he tenido esto botado por mucho rato, pero de verdad el trabajo me esta kitando mucho tiempo, o dejo de subir cuentos y dedicarle tiempo a internet o dejo de trabajar...
bueno este cuento es muy antiguo, creo k uno de los primeros largos k escribi ojala les guste
suerte y gracias a todos los k postean adeUC

Recuerdos.


El agua por aquí siempre es gris, no porque esté contaminada, sino que por que acá nunca sale el sol, los árboles aunque frondosos, nunca tienen ese alegre tono verde que he visto en calendarios y revistas y las flores todas blancas, ya que mantienen el color de la fría nieve que las cubre casi la mayor parte del año, de vez en cuando diviso uno que otro conejo desde la única ventana en la planta baja de mi casa, se detienen a mirarme y luego corren sin destino arrollo abajo, tengo un perro que viejo ya, no tiene el mismo espíritu de antaño, en que correteaba a cualquier animal que tuviera la mala suerte de cruzarse en su camino, cuando sus ladridos inundaban toda la casa, ahora, solo se dedica a comer y dormir junto a la chimenea que mantengo encendida casi la mayor parte del día y la noche, solo se le oye ladrar de vez en cuando tiene mucha hambre o los gatos le comen su comida. Tengo dos ambos blancos, uno angora y el otro callejero, a los dos los quiero igual, pero el callejero me inspira mas ternura, ellos pasan todo el día en casa ya que no soportan el frío y como rara vez fuera esta tibio... , ellos prefieren dormitar y corretear uno que otro ratón que visita nuestro hogar, yo me preocupo de alimentar bien a los tres, mis gatos y mi perro, a veces asta dejo un pedacito de queso en la entrada de os agujeros de los ratones para que no mueran de hambre y mi casa no pierda más de sus habitantes.
Fue mi idea venirme a vivir acá, no se si fue un error, pero, uno no puede volver en el tiempo, solo continuar... Aún mantengo sus piezas intactas, tengo fotografías por toda la casa, a veces les hablo e incluso algunas veces hasta siento que me contestan... , paso la mayor parte del día escuchando música, leyendo o simplemente escribiendo, como ahora, a veces en las tardes repaso álbumes de fotos y recuerdo el mundo que dejé por venirme a vivir acá, pero ya no me sirve de nada, la nostalgia y los recuerdos solo dañan el alma, no tienen otra función. A veces bajo al pueblo a comprar provisiones, vender leña o una u otra cosa que cultivé o que construí con madera. Fui escultor, pero ahora solo hago figuritas por necesidad, tiempo atrás lo hice por que me gustaba, a ella le encantaban, aún guardo algunas de sus favoritas, pero solo algunas. Ahora me es muy difícil entrar al taller a hacer cualquier cosa, ya que ella me mira de cualquier rincón como trabajo y sentir su presencia provoca la tristeza de mi alma y mi cuerpo. Cuando esto sucede pareciera que mis manos trabajaran llorando y cada vez más rápido como si quisieran terminar lo antes posible y huir de esa agonía.
Cuando llegamos acá ella me apoyo en todo, ya que , aunque fue idea mía, ella estaba totalmente de acuerdo, por que le parecía excitante la idea de alejarse del mundo del que éramos dependientes y valernos por nosotros mismos sin depender de ningún factor externo a nosotros como en cualquier ciudad sucedería. Los primeros años fueron geniales ya que ninguno de los dos necesitaba nada mas que al otro para ser feliz y así pasábamos los días , jugando, hablando, o haciendo el amor en la alfombra al lado de la chimenea, en las tardes paseábamos por los bosques y praderas recogiendo frutas o cultivábamos nuestro huerto, y aunque aquí siempre el paisaje fue gris, al estar juntos irradiábamos calor y felicidad, y nada mas nos importaba que no fuera nuestro amor, ya que al mirar con sus ojos, nada nos parecía feo. Pero tenia que llegar ese maldito día en que nuestras vidas tomaron un giro que nos cambiaría para siempre.
Cuando llegue con los gatos a casa, (me los dieron en parte de pago por un atado de leña), ella no estuvo muy contenta ya que prefería a los perros, pero de todas formas los aceptó, al cabo de una semana nuestra familia creció aún más, ya que le compre un cachorro de pastor irlandés al que ella bautizó como hope, por que en el solo veía alegrías y esperanzas, mis gatos se llamaban Kurt y Axl, Bueno, supondrán por que.
Los primeros años mantuvimos correspondencia con nuestras familias y amigos, pero después que fallecieron nuestros padres decidimos cortar los últimos lasos que nos quedaban con nuestro viejo mundo y dedicarnos por completo a enriquecer y disfrutar nuestro paraíso terrenal. Nunca nadie nos vino a visitar, el porque aún no me lo explico, pero como nunca nadie nos hizo falta, no le dimos mayor importancia.
Un invierno ella se sintió mal y la llevé al hospital de la ciudad mas cercana ya que llamar a un medico a nuestra casa era demasiado costoso por la distancia, yo, muy preocupado y nervioso, esperaba en la sala de espera alguna noticia, hasta que ella salió mas hermosa, radiante y feliz que nunca y me dijo que tendríamos un hijo, en ese momento miles de ideas pasaron por mi cabeza y una infinidad de sentimientos inundaron mi alma y corazón, pero lo mas claro y sincero que sentía era mi felicidad, simple, pura y sencilla.
Al llegar a casa le planteé la posibilidad de volver por un tiempo a la ciudad, para que ella tuviera a nuestro hijo con todas las comodidades que fueran convenientes, pero ella lo rechazo inmediatamente, me dijo que ya habíamos construido nuestro paraíso y no necesitaba nada mas de lo que teníamos y así fue, su embarazo fue normal y su parto también (de todas formas ahora llamé al médico), nuestro hijo nació sano y saludable, hasta ese momento nuestra felicidad era absoluta y me atrevería a decir que esos fueron los días más felices de toda mi vida, hasta que llegó ese maldito día...
Nuestro hijo creció sano y era muy inteligente y nuevamente le propuse la posibilidad de volver a la ciudad para que nuestro hijo se educara, ella me respondió que no, porque nosotros mismos podíamos enseñarle lo básico y luego él vería si quería irse o no. Yo lo llevaba conmigo al pueblo cuando tenía que hacer mis negocios pero él no demostraba mayor interés por el, así paso el tiempo, nuestra casa ahora estaba mas alegre que nunca, llena de juguetes, de gritos de niño y pasitos resonando por todos los rincones de la casa, los únicos que no disfrutaban mucho eran los gatos y el perro, porque nuestro hijo los correteaba y molestaba todo el día, tenía cuatro años cuando enfermó.
Era invierno, afuera todo estaba blanco y la nieve no paraba de caer, comenzó como un simple resfriado, pero a medida que pasaba la tarde la fiebre subía más y más, no podía ir a buscar al doctor porque la nieve no nos dejaba salir, la tos a cada minuto crecía más y más y la fiebre no paraba de subir, ella no sabía que hacer para poder calmar la fiebre y yo desesperado, solo rogaba a Dios que la nieve parara un poco, hasta que al parecer mis súplicas fueron escuchadas, la nieve de un momento a otro escampó, y si pensarlo dos veces, abrigamos al niño con unas frazadas y partimos luchando contra la espesa nieve hacia la ciudad, al llegar allá él aún seguía con vida, pero unas horas mas tarde él nos había dejado.
Los médicos dijeron que había sido un tipo de pulmonía que actuaba en horas y que de todos modos no hubiésemos podido hacer nada, el camino de regreso a casa fue en silencio y el resto de los días hasta el entierro de nuestro hijo también, fue algo simple, cerca de nuestra casa, un puñado de personas que nos conocían del pueblo nos acompañó, pero eso fue todo un mero tramite, ya que lo que de verdad nos importaba se había ido mucho antes de depositar el cajón con su cuerpo en la fosa que yo mismo cave, después unos cuantos abrazos, apretones de manos y los siento, todo había terminado, para ambos...
Al entrar en la casa, ella se volvió hacia mi con sus ojos llenos de lágrimas y entre sollozos me gritó; “no me preguntes, ni siquiera te atrevas a preguntarme si quiero irme de aquí, porque pase lo que pase no me daré por vencida, ya tomé una decisión y no nos podemos rendir, menos ahora, tenemos que seguir adelante”, después de eso corrió hacia nuestra pieza en el segundo piso, yo quedé paralizado, totalmente sorprendido, porque sin siquiera mirarme a los ojos, ella había leído mi mente, caminé hasta el sofá y me dejé caer pesadamente en el, mis ganas de vivir y de seguir delante de habían esfumado por arte de magia, se las había llevado el frío viento de invierno junto con mis ilusiones, pero ella estaba sufriendo mucho y por ella y por lo que me había dicho, no la podía defraudar, yo la había traído hasta acá y ahora no podía dejarla sola, subí la escala corriendo, la abracé y lloramos un rato juntos. Después de eso todo pareció volver a la normalidad, al menos por un tiempo, pero ella no era tan fuerte y después de un tiempo se dejó vencer...

Hace dos años que enterré a mis dos únicas razones por las cuales vivía, pero he seguido acá , en casa todo sigue igual, no he cambiado nada, desde el entierro de ella no ha venido nadie por estos lados, pero no me interesa, por que no quiero sentir su lástima, no sé por que aún sigo aquí, pero es que no puedo defraudarla, yo ya jugué las cartas de mi destino al venir acá y ella quería seguir, y no me voy a dar por vencido, por ella y él, tengo que continuar, a ella el destino la venció, pero a mi no le será tan fácil, seguiré luchando por sus recuerdos y por sentirlos lo más cerca de mí que sea posible, no quiero nombrarlos, por que el solo echo de recordar o mencionar sus nombres desgarra mi alma, bueno ya no me queda nada que agregar, ya es hora de ir a pasear al bosque y jugar con sus recuerdos... y los míos...


Fin.

David Grunge 22/02/99