Juanelo

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miércoles, junio 13, 2007


ya que el otro estaba repetido aqui dejo este otro escrito, suerte

adeUC


Cita con el destino.

Al amanecer, él despertó con unas enormes ganas de vivir y de encontrar su destino, se levanto de un brinco de su cama y dio gracias a Dios por vivir un día mas, sintió el frío del piso en sus pies descalzos y camino sin prisa al baño.
Esa mañana el cielo estaba cubierto por unas tristes nubes grises que ocultaban el sol, pero eso no impidió que él llevara a cabo su plan, él quería encontrar su destino y no iba a dejar que un par de nubes lo detuvieran. El pensó que la mejor forma de hacerlo era en el mar, la idea se le vino a la cabeza cuando estaba en la ducha y miraba como el agua caía a través de la rendija del desagüe y recordando la letra de una canción de los cadillac “todo va hacia el mar, todo va hacia el mar...” pensó , por que no?, sonrió y dejo que el agua mojara su rostro.
Era cerca del medio día cuando él dejo su casa para acercarse a la orilla del mar, sacó su barca de la orilla y se hizo a la mar, navegó cerca de dos horas antes de que la tormenta llegara, solo Dios sabia lo que le esperaba.
Al navegar él solo pensaba en que seiba a encontrar al terminar su viaje, como no llevaba mapa alguno, solo se dejaba llevar por las corrientes, estaba medio dormido por el lento movimiento de las olas y el crujido de las tablas, cuando un fuerte trueno lo despertó, al mirar vio que un gran diluvio se le venia encima y una gran ola cubrió su bote, ya era muy tarde para regresar.
Despertó rodeado de agua y vio un universo para él desconocido, con peces y colores que jamás hubiese soñado siquiera ver, avanzó lentamente para no ahuyentarlos y se dio cuenta que su cuerpo era muy liviano y un rayo de preocupación paso por su mente, pero un enorme pez que pasó frente a sus ojos le distrajo su atención.
Él siguió bajando lentamente y con un poco de precaución, observando el maravilloso universo que lo rodeaba, las extrañas plantas que danzaban al ritmo de las corrientes, los colores brillantes que desaparecían al acercárseles y lo hermoso que se veían los rayos de sol que penetraban como espadas la superficie del mar, nuevamente la preocupación se le vino a la cabeza y sin saber por que deseó subir y salir de ahí rápidamente, pero cuando la mente comenzaba a aclarársele, vio una enorme ave marina que volaba sobre el mar aleteando lentamente, demostrando que ahí solo había paz y tranquilidad, nadó para alcanzarla y tocarla ya que solo había oído de ellas pero nunca había visto ni menos tocado una manta raya, rió mas alegre que nunca, ya que su piel era suave y fría, se afirmó a ella y comenzó a volar... El ángel del mar lo llevó a conocer las profundidades y los rincones mas recónditos del océano, los mas oscuros y los mas desconocidos, allí vio aquellos monstruos marinos de los cuentos de hadas, paisajes inimaginables, criaturas totalmente desconocidas, pero nuevamente la preocupación empañó sus pensamientos, se acordó que las leyendas decían que la manta era el ave del diablo y cosas por el estilo y rió de su estupidez, pero de pronto su cara palideció, no pudo pensar mas que en una cosa, la más importante, y comprendió el porque de su preocupación, se volvió y trató de nadar, subir, pero ya era muy tarde para pensar en respirar...


Fin.


Dago®

domingo, junio 03, 2007





Figuras en el mar.


Todo comenzó una noche como cualquier otra, ya eran casi las tres de la madrugada cuando comencé a fumar mi último tabaco del día en la pipa de mi padre, ya no quedaba ron el la botella, pero aún la sostenía en mi mano, el cielo estaba alumbrado por miles de estrellas y una luna llena que brillaba con tal potencia, que bañaba de amarillo y dorado el mar.
Estaba totalmente hechizado por el sonido de las olas estrellándose en la orilla y el viento en mi cara aceleraba el efecto del ron en mi cerebro, me disponía a volver a casa cuando vi una silueta tendida en la playa con sus piernas sumergidas en el agua, pensé que esa visión era producto del alcohol y frote mis ojos para despertar y poder ver mejor, pero seguía viendo lo mismo, me levanté para acercarme hasta él o ella y perdí el equilibrio a causa de las copas de más y rodé por las rocas en que estaba sentado hasta caer en la arena, el golpe fue fuerte, pero me levanté inmediatamente para poder contemplar esa extraña figura que yacía tirada en la playa, pero fue grande mi sorpresa al ver que esa figura no estaba, no supe cuanto tiempo había estado tirado en la arena, lo que para mí había sido un segundo, fue unas cuantas horas de inconciencia, ya que al mirar nuevamente la luna que antes estaba sobre mí, ahora solo la podía ver perdiéndose en la inmensidad del mar.
Llegué a mi casa a eso de las seis y no podía alejar de mi cabeza esa extraña silueta recostada en la playa, producto del alcohol, mi imaginación o totalmente real, seguía ahí, una creatura creada por Dios al igual que yo, lo extraño era que sin poder asegurar que era una mujer, algo dentro de mí me indicaba que así era, decidí irme a descansar, ya que me esperaba una larga jornada de trabajo, no sin antes invocar a la supuesta mujer de la playa en mis sueños, así fue como comenzó todo.
Al terminar mi día de trabajo me dirigí nuevamente a la playa con la esperanza de encontrar a la musa que había inspirado mis sueños, ¡casi caí de emoción al ver que ahí estaba!, pero no me atreví a acercarme mas a ella, tenia incluso un poco de miedo, así que me conforme solo con mirarla de lejos hasta que el sueño me venció...
Desperté con el ruido del aleteo y el griterío de las gaviotas, mi mano estaban congeladas y al ponerme de píe, me di cuenta que el resto de mi cuerpo y mis huesos también, la mañana estaba nublada y el frío calaba los huesos, así y todo tuve que ir a trabajar.
Pasaron semanas con la misma rutina, ella acostada allá, lejos en la playa, (ya no tenía duda de que era real y que debía ser una mujer), y yo acá sentado en la misma roca donde escribo ahora este relato, a mas de cien metros de ella, hasta que una noche me decidí, ya no podía esperar ni aguantar más, tenía que salir de esa incertidumbre, era ahora o nunca, esa noche estaba totalmente sobrio, y solo respiré hondo y partí, nuevamente la luna estaba totalmente llena y clara sobre mí, llenando de plateado y dorado la vista, al acercarme a ella mi corazón comenzó a latir cada vez mas aprisa, me detuve un momento para tomar aire y encender la pipa pero sin quitarle la vista de encima por temor a que desapareciera, seguí caminando cada vez mas rápido, mi corazón ya no cabía en mi pecho y en cualquier momento saltaría por mi boca, el sudor cubría mi cuerpo, mi cabeza estaba a punto de estallar, parecía que toda la sangre de mi cuerpo era bombeada hasta ella, mis ojos me ardía, mi vista se nublaba, mi cara debía estar roja al igual que todo mi cuerpo, un enorme calor brotaba de mi bajo vientre si saber porqué, inundando todo mi cuerpo a pesar del frío reinante, seguía caminando, una bocanada grande de aire y otra de humo, ese era mi ritmo, a medida que me acercaba a ella comencé a sentir un aroma muy fuerte, un olor parecido a algas, pescado fresco, a mar, que me hizo recordar la caleta, mi trabajo, mi primera novia, a la cual poseí en medio de pescados frescos, en la bodega de mi barco, comencé a sentir como se endurecía mi entrepierna y se tensaba mi pantalón a medida que el olor era mas fuerte, de pronto algo me detuvo, ¿qué le iba a decir?, ¿qué diablos le diría cuando la tuviera en frente?, estaba a punto de dar media vuelta y regresar por donde había venido cuando ella me miró y me sonrió, al mirar su belleza sentí que mis piernas se derretían y me dejé caer en la arena, ella volvió a sonreír y me invitó a acercarme con un gesto de su mano, al cual yo respondí arrastrándome por la arena hasta donde ella estaba ya que no me sentía con fuerzas para poder ponerme nuevamente de píe, me senté a su lado y la contemple por un largo rato, hasta que ella rompió mi silencio con una pregunta:
- ¿Por qué has tardado tanto en acercarte a mí?, yo he estado acá todas las noches esperando por ti y tu solo mirabas desde lejos -
Quedé absorto, totalmente sorprendido, nunca pensé que ella supiera de mi presencia todas esas noches. Cuando traté de articular algún tipo de respuesta ella me detuvo poniendo dos de sus dedos en mi boca:
- Ya hemos perdido demasiado tiempo, me dijo, te necesito, necesito tu calor antes que sea demasiado tarde -
Antes de que pudiera entender algo de lo que decía, comenzó a desabotonar mi camisa...
Ella llevaba un vestido blanco semi-transparente, y a juzgar por como se marcaba su cuerpo en el, no traía nada debajo. Cuando estuve completamente desnudo, ella comenzó a besar mi cuerpo que al sentir el contacto de sus labios se lleno de todo tipo de escalofríos, yo aún no entendía nada, pero no podía perder esta oportunidad, traté de quitar el vestido de sus hombros y ella se acercó lentamente, me abrazó y al oído me dijo:
- Anda, no tengas miedo, esta noche seré tuya -
Sus pechos quedaron frente a mi, eran grandes y hermosos, perfectos, el resplandor de la luna les daba un tono dorado, casi blancuzco, al tocarlos sentí la frialdad de su cuerpo pero al mismo tiempo un calor inundó el mío y quemó mis manos. Cuando traté de quitarle el vestido por completo ella me detuvo, se abalanzó hacia mí llenando mi cuerpo de besos y caricias como nunca antes lo habían echo, se subió sobre mí y me pidió que la tomara, nunca quiso quitarse completamente el vestido, aunque yo se lo había pedido, pero a esas alturas ya que importaba...
Esa noche hicimos el amor, fue algo genial, perfecto, indescriptible, subir y bajar del cielo cuantas veces deseara, ver como sus pechos danzaban al ritmo de mi cuerpo... y me perdí, desaparecí entre besos y caricias hasta que no supe mas del mundo real...
Desperté tirado en la orilla del mar, totalmente vestido, lo único que podía pensar era que todo había sido un grandioso sueño, pero su aroma estaba impregnado en mi ropa y su vestido estaba junto a mí, ese día no fui a trabajar, no me sentía con ánimos de ir a la caleta, lo único que cabía en mi mente era su figura. Seguí yendo a la playa todas las noches, pero mis esfuerzos eran en vano, nunca volvería a verla, sentía deseos de pararme en medio del mar y gritar su nombre, pero ni siquiera lo sabía, así pasaron meses y perdí todas las esperanzas de volver a verla, de tanto pensar en ella recordé una historia que me había contado mi abuelo, era acerca de una mujer en la playa, que él se había enamorado y que nunca la había vuelto a ver, pero no recordaba mas, sabía que había olvidado algo importante pero no podía precisar que, con esta y muchas ideas en la cabeza, seguí sentándome todas las noches en la misma piedra, bebiendo ron y fumando pipa, invocándola con mi pensamiento, pero sin obtener respuesta.
Una mañana en la caleta sentí un gran alboroto, ya hacían casi seis meses de mi extraño encuentro, gente corría, otros gritaban y reían, algunos lloraban, la curiosidad me sacó de la cama y fui a ver que era lo que pasaba, pero cuando me dirigía hacia allá un mal presentimiento cruzó como un rayo por mi cabeza, ya estaba cerca y comenzaba a entender lo que la gente hablaba, un sentimiento extraño me impulsó a correr, veía algo entre las redes de un barco, toda la gente que ahí estaba decía palabras de asombro o solamente se limitaba a gritar, hasta que alguien mencionó sirena, mi cuerpo tambaleó, mis oídos zumbaron, mi corazón se aceleró y mi abuelo se me vino a la cabeza, esa era la historia, cada cierto tiempo las sirenas vienen a la tierra a ser fecundadas por un marino para así preservar su especie, ya que en ella no existen machos, al menos eso era lo que mi abuelo decía que le había sucedido a él, pero era un borracho, no podía estar diciendo la verdad, todo era producto de su imaginación, pero yo nunca pude ver sus piernas, no, no podía ser, era imposible, a menos que... , comencé a correr más y más aprisa, sentía las voces cada vez mas fuertes pero no las entendía, vi a alguien que enterraba un cuchillo en su cuerpo, ya no había duda, mi abuelo decía la verdad, corrí, alguien gritó, todo se llenó de gritos y murmullos de sorpresa y terror, fue tarde cuando por fin pude abrirme paso entre la gente y llegar hasta donde ella estaba y ver su cuerpo azulino y plateado con sus grandes pechos y su cola doblada hacia un lado, abierta de pies o cola si se pudiera decir a cabeza como un gran pescado yacía mi amor tirada en el muelle, pero lo que me impactó mas que su cuerpo he hizo estallar mis lágrimas, fue ver a mi hija en su vientre, reposando junto a ella...


Fin.